Parece ser que hay un claro aumento del interés por la internacionalización de artistas, empresas y compañías artísticas. Muy probablemente este hecho está motivado por la crisis del sector y la necesidad de buscar caminos nuevos para subsistir. Esta misma actitud positiva de cara a la internacionalización no la veo todavía en la mayoría de entidades públicas o semipúblicas que gestionan proyectos culturales, véase teatros, auditorios, festivales, museos, galerías, etc. ¿Será que estos no tienen una necesidad imperiosa de buscar caminos nuevos? ¿No se han dado cuenta que dar un paso adelante y hacia afuera les puede ayudar a superar los graves problemas que actualmente han de afrontar?
El nivel de relación y conocimiento internacional de estas entidades ha sido, en general, extremadamente bajo. Lo que he aprendido en los proyectos en los que he trabajado con ellas, es que existen dos perfiles de entidades:
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Las que se consideran de ámbito local y regional y, por lo tanto, sus actividades deben ceñirse a lo más próximo de su comunidad, artística y ciudadana.
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Las que ven algunas de las ventajas de relacionarse internacionalmente pero no disponen de conocimientos u herramientas para llevarlas a cabo.
Tanto para unas como para otras existen razones que las deberían animar a tomar medidas y explorar caminos más allá de su ámbito próximo. Sin duda la crisis y los recortes son buenas razones, pero hay muchas más.
En la base de todo se encuentra la necesidad de internacionalizar la cultura, así, a lo grande. Esto significa, dar a conocer la cultura propia al mundo y recoger los avances que se produzcan en otros lugares. Unicamente por esto ya vale la pena internacionalizar. No me cabe duda que las entidades públicas que gestionan proyectos artísticos han de hacerse responsables. Si a este argumento de base se le suma la posibilidad de obtener recursos de fondos de financiación internacionales y europeos, la operación no es para nada desdeñable.
Desgraciadamente muchas entidades públicas ven muy lejana la posibilidad de realizar proyectos internacionales. Todo lo que conlleva un proyecto internacional se les hace una montaña: encontrar socios, ponerse de acuerdo con ellos, buscar la parte de cofinanciación, creer que el papeleo es muy complicado, etc. Además, por un lado, o los técnicos no disponen de conocimientos para la relación exterior, o los políticos al cargo tienen un interés limitado de salir de su ámbito local que es en donde recogen los votos para su reelección.
Debo señalar lo importante que para una entidad pública debe ser la dinamización del tejido artístico local. Esta es una responsabilidad que deben asumir al mismo nivel que la dinamización de la vida cultural de los ciudadanos. Como he dicho antes, muchos artistas y compañías ven como salida la internacionalización pero no tienen recursos ni medios para llevarla a cabo. El centro artístico público local o regional tiene una responsabilidad añadida de guiarlos en su proyección exterior. Deben “acompañar” su carrera y desarrollo hacia otros circuitos donde puedan expresar su arte. Evidentemente, un centro que no tiene relaciones exteriores no puede realizar esta tarea de acompañamiento y falla en cumplir su responsabilidad.
El acompañamiento es una de las estrategias más efectivas para la internacionalización de la cultura. Partiendo del hecho que es más fácil abrirse caminos a las entidades sólidas, capaces de generar proyectos diversos y respaldadas por estructuras superiores fuertes, el acompañamiento se entiende como el hecho de guiar la carrera internacional de artistas de la comunidad a partir de los contactos y proyectos internacionales generados por estas entidades. Por lo tanto, la primera parte del camino es internacionalizar el teatro, festival, museo o galería, construir y participar en redes y proyectos, y cimentarse una sólida reputación internacional. La segunda consiste en vincular a estas redes y proyectos a organizaciones artísticas del entorno de la entidad.
En este proceso no distingo entidades pequeñas o grandes, de capitalidad o de poblaciones pequeñas, todas tienen un espacio y un camino a recorrer. El proceso quizás sea largo pero de alguna manera hay que iniciarlo. Un plan de internacionalización y el análisis de las capacidades y oportunidades de la entidad para salir al exterior es el primer paso. A partir de aquí el camino se va allanando y clarificando, definiendo los objetivos a corto, medio y largo plazo y los medios que se deberán aplicar para alcanzar estos objetivos. La metodología “Rutas de Internacionalización” ha de ser de gran ayuda para las entidades públicas y semipúblicas que quieran iniciar este viaje de manera segura y planificada.
No sé por qué me cuesta tanto entender lo que es para ti “internacionalizarse”. Y lo más peligroso: asociar internacionalización a solución de problemas, puede ser otro problema.
Dicho de otra manera, para mi internacionalización es un medio de conseguir unos objetivos claros. No es un fin en si mismo.
Totalmente de acuerdo contigo David. La internacionalización no es un fin en si mismo, sino un medio para cumplir objetivos. Cumplir objetivos seguramente solucionará problemas.
Un saludo.