La barrera del idioma en las relaciones culturales internacionales es el principal obstáculo para una comunicación e intercambio de conocimiento justo e igualitario.
En mi experiencia profesional, el principal impedimento que he encontrado para que mi trabajo y mi carrera avanzaran ha sido la barrera del idioma. Sonará extraño para quien conozca mi trayectoria. Se pueda pensar que en mis treinta años de actividad profesional me he desenvuelto bastante bien por los circuitos de las artes internacionales. Hablo cuatro idiomas; dos por nacimiento, el catalán y el castellano, y otros dos por formación. Primero fue el francés y después el inglés. Con todo, no puedo negar mi profundo pesar por no dominar a la perfección el inglés.
El hecho de no tener el nivel más elevado de inglés me ha cerrado algunas puertas. A ciertos niveles de actividad internacional la competencia es enorme. En mi caso, como profesional independiente en el sector de las artes las opciones son aún más remotas. Así, si no tienes un nivel muy alto de inglés, no tienes acceso a lugares donde se genera y patrocina nuevo conocimiento. Tampoco, a los lugares donde se toman decisiones. En un ámbito institucional, esta necesidad no es tan obvia ya que se dispone de mayores recursos técnicos y económicos para tener la traducción de manera inmediata.
A CUESTAS CON LOS ESTUDIOS DE INGLÉS
Siempre me ha atraído lo inalcanzable. A los 30 años me empecé a formar como actor, a los 35 como bailarín y a los 40 como cantante lírico. Claro, así es difícil desarrollar una carrera artística. También me he presentado a algunos concursos para dirigir festivales por todo el mundo, en puestos que claramente no estaban a mi alcance. Siempre he pensado que para perder mi independencia habría que hacerlo en puestos que realmente valieran la pena. Como gestor cultural internacional empecé a estudiar inglés poco antes de los 30, demasiado tarde.
A pesar de todo, nada me impide comunicarme internacionalmente. Colaborar y ejecutar proyectos con otras personas de cualquier lugar del mundo es lo que más me atrae y a lo que me dedico. En la mayoría de los casos, aparte de España y América Latina, la lengua vehicular es siempre el inglés. Sin embargo, en muy pocas ocasiones tengo acceso a espacios de toma de decisiones. También a que mis relatos sean adoptados, en su totalidad o en parte, por la comunidad internacional a la que pertenezco.
LAS PERSONAS NATIVAS DEL INGLÉS
El hecho de que una persona tenga como lengua materna el inglés le facilita mucho la tarea de abrirse camino en la gestión cultural a nivel internacional. El desbordante nivel que la cultura anglosajona ha adquirido en su presencia internacional se debe principalmente a dos factores. Por un lado, ha influido el hecho de que el inglés sea el idioma vehicular de las relaciones internacionales. Sin duda, en el ámbito internacional se determinan cuáles son los relatos, las modas o las culturas que se considerarán dominantes en el mundo globalizado. A partir de aquí, en lo referente a la cultura y la creación artística, se imponen estéticas y contenidos. A la industria cultural anglosajona solo le queda proyectarlos y así garantizar su liderazgo en el mundo.
Por otro lado, quien no tiene como lengua nativa el inglés, pero lo domina a la perfección, suele ser porque ha estudiado o ha trabajado en un país donde el inglés es la lengua principal. De esta manera, ha formado su relato cultural en sintonía con el predominante en el país de acogida. Por tanto, en su futura carrera no se separará mucho de los marcos y esquemas aprendidos en sus estancias en los países anglosajones. Por ejemplo, los estudios artísticos en países anglosajones, o de su área cultural, reproducen las estéticas y disciplinas propias de las culturas de estos países.
En consecuencia, tanto las personas nativas del idioma inglés como las que lo han aprendido en estancias en países de lengua inglesa tienden más a reproducir los marcos y relatos de las culturas anglosajonas hegemónicas. Por su parte, las personas que no tienen como lengua materna el inglés y no lo dominan a la perfección se enfrentan a serias barreras para influir con sus relatos.
EL MIEDO COMO PRINCIPAL ENEMIGO PARA LA BARRERA DEL IDIOMA
Desde la experiencia y sin ánimo de sentar cátedra, creo que el miedo es el enemigo de la comunicación oral a nivel internacional. El miedo a no ser entendido, a no saber expresar los matices, a no poder responder con acierto a las solicitudes de aclaración… Este, en ocasiones pánico, ralentiza el razonamiento natural, le quita espontaneidad y, al final, provoca el colapso. Las manifestaciones del colapso son la pérdida de concentración y, de aquí, la salida de la conversación y la pérdida del hilo narrativo.
Una manifestación del colapso, minoritaria pero de gran influencia, es la que se produce en personas con una dosis desbordante de ego. Por ejemplo, en personas con poder de decisión, como directores de estructuras culturales, festivales, etc. En estos casos, la contrariedad es tan grande que, después de malas experiencias, cierran definitivamente las puertas a la cooperación internacional en su área de influencia.
Para que se den unas condiciones igualitarias de transmisión oral de conocimientos entre gentes de lenguas nativas diferentes, hay que contar con que estos intercambios tengan lugar en “espacios confortables”. Podríamos definirlos como lugares de mayor libertad, donde el miedo se disipa y la sensación de inclusión y diversidad provocan un intercambio oral respetuoso. La existencia de estos espacios cómodos es totalmente necesaria para que se pueda producir la comunicación igualitaria a nivel global.
LOS NUEVOS ESPACIOS CONFORTABLES
En la práctica, muy pocas veces se puede afirmar que un espacio reúne las condiciones para una comunicación óptima a nivel internacional. En general, no se considera un tema de accesibilidad para los organizadores de eventos o reuniones. Desgraciadamente, la mayoría de las veces son los mismos interlocutores los que contribuyen a la incomodidad del espacio al no adaptarse a las condiciones reales de los agentes presentes en la sala. Hablar rápido, bajo o sin vocalizar son los principales escollos a esquivar. Otras veces es la sala misma la que no reúne las condiciones acústicas adecuadas o tiene una deficiente amplificación.
Alcanzar comunicaciones orales igualitarias no es una utopía en nuestros días. Una mayor profundización en temas como la inclusión, la accesibilidad y la diversidad debe conducir a considerar la barrera del idioma como una cuestión ligada a ellas. La tendencia a subestimar la diversidad cultural en la práctica y permitir que una cultura dominante vaya monopolizando más espacios de nuestra vida diaria son signos del avance de un mayor imperialismo lingüístico. Se puede hacer mucho para contrarrestarlo. En primer lugar, tomando conciencia de la situación de desigualdad y, a partir de ahí, adoptar las medidas necesarias para construir estos “espacios confortables” para la comunicación. Sin duda, poco a poco, el desarrollo de políticas de inclusión, diversidad, igualdad y accesibilidad, con la ayuda de la tecnología, va allanando el camino para conseguirlo.