Estos días hemos asistido en España a la primera revuelta en Internet contra el propósito del Ministerio de Cultura, con su ministra al frente, de mutilar los avances de la sociedad de la comunicación. La posición del Ministerio de Cultura ha sido de apoyo total a las industrias culturales aunque esto significara ir a contracorriente del propio desarrollo cultural.
Que un ministro de un estado del mundo occidental desarrollado defienda el papel de las industrias de la cultura, el ocio y el entretenimiento como vector de desarrollo económico no es extraño en sí mismo. Es la ley del capitalismo que confía en el consumo y en la mercantilización de la vida para que todo el mundo pueda vivir con un nivel de comodidad y consumo propio de las sociedades supuestamente avanzadas. Para conseguirlo, los gobiernos se han dotado de potentes instrumentos de planificación y desarrollo económico en forma de ministerios de Comercio, de Industria, de Turismo, etc. Todos orientados al desarrollo de las industrias que generan desarrollo económico.
Ya que existen todos estos instrumentos, ¿para que tener uno más para el desarrollo de la industria cultural? Si la política cultural española ha de ser mayoritariamente de apoyo a la industria cultural no sería mejor que estuviese en manos del Ministerio de Industria que lleva más años y experiencia en esto. Yo mismo cuando ejercía de Ingeniero trabajé muchos años de freelance para el Departamento de Industria de la Generalitat de Cataluña. Mis colegas, ingenieros, economistas, eran francamente buenos. Tenían una formación impecable, hablaban idiomas, asistían habitualmente a jornadas y congresos internacionales donde mostraban una gran curiosidad para proseguir una formación que nunca terminaban. Leían revistas especializadas de todo el mundo que les mantenían al corriente de los últimos desarrollos tecnológicos en la materia que les interesase. Con este panorama ¿por qué no dejarles a ellos también el desarrollo de las industrias de la cultura y el ocio?
La opción del Ministerio de Cultura “Industrial” sería echar el cierre y así ahorrar buenos dinerillos al erario público. Aunque, evidentemente, otra opción sería ocuparse realmente en hacer crecer la cultura y el arte y, además, hacerlos accesible a la mayoría de los ciudadanos. Para esto, ante todo, debería preocuparse del desarrollo de la creación, de manera que los artistas puedan desempeñar su trabajo en condiciones, buscando la calidad y la originalidad en sus propuestas. Además, hacer que esta creación llegue a la sociedad sin desvirtuarse ni banalizar el contenido en aras a una mayor facilidad de difusión. Fomentar la educación en las artes en una sociedad claramente deficitaria de ella y, de la misma manera, estimular la parte creativa que todos tenemos, compartiendo los contenidos, las obras, los hallazgos. En definitiva, dedicarse a la cultura del futuro en donde las redes sociales, la circulación del conocimiento y la participación sean libres y accesibles para todos.
“Es la ley del capitalismo que confía en el consumo y en la mercantilización de la vida para que todo el mundo pueda vivir con un nivel de comodidad y consumo propio de las sociedades supuestamente avanzadas”.
Excelente observación. Es verdad que los gobiernos deben apoyar a las industrias, pero: LA FALACIA ES PENSAR QUE LAS INDUSTRIAS CULTURALES “son” LA CULTURA. Y la cultura, es otra cosa. Es la creación de obras de arte (NO DE “CONTENIDOS”) que generen valores en las personas.
Hemos caído en manos de la Sociedad del Mercado. Estamos en manos de los mercaderes y si para ellos el sentido de la vida es comprar barato y vender caro… ¿cómo van a interesarse por los artistas o los cintíficos de verdad, que intentan comprender qué es la Vida?