Publicado originalmente en La Coctelera el 31-Enero-2006
Históricamente ha habido una clara diferenciación entre el “arte” (entre comillas), la alta cultura, y otros muchos nombres que se le ha querido nombrar, y la cultura popular. El primero proviene (siempre históricamente) de la aristocracia, el clero, la gente ilustrada y el segundo del vulgo; de las capas mas bajas de la sociedad. El primero se ha aprendido en los libros y las escuelas, se ha estudiado y analizado exhaustivamente. Han surgido críticos, profesores, carreras universitarias, museos para preservar las obras y grandes equipamientos culturales para mostrarla y desarrollarla. El segundo se le ha relacionado con la tradición, el folclore y la artesanía, y apenas se le ha reconocido como “arte” por parte de los dirigentes de la sociedad.
El primero ha ido evolucionando en el devenir de los años. El que se realiza en la actualidad lo llamamos arte contemporáneo. El segundo también ha evolucionado, se ha ido reinventando y se le sigue llamando cultura popular, tradicional y, ahora, arte urbano.
Los movimientos sociales del siglo 20 han generado sociedades más igualitarias (o al menos el ansia de conseguirlas) La democracia empapa nuestros deseos y la participación de toda la sociedad en la toma de decisiones la consideramos como el ideal irrenunciable a conseguir. La democracia lo empapa todo aunque todavía vemos las injusticias, las desigualdades y las manipulaciones de los que toman el poder en nombre de la democracia. El modelo no ha llegado todavía a ser perfecto.
En esta situación histórica se hace difícil sostener que todavía exista esta diferencia entre estos dos conceptos de creación artística ¿Cómo el mundo de la cultura, que debería ser el primer sustento de estos ideales de igualdad puede mantener estos dos conceptos contrapuestos en su seno?