El modelo de financiación de la cultura en España está en profundo cambio. Las administraciones públicas están retirándose de sus compromisos con los ciudadanos, el poder político ya no considera la cultura un derecho que hay que sostener económicamente de manera directa. Para compensar este cambio, el PP cuando llegó al poder anunció una ley de mecenazgo basada en estímulos fiscales a las donaciones de particulares y empresas. Ahora parece que se tira atrás y deja la cultura desprotegida sin apoyo directo de la administración y sin incentivos fiscales para las donaciones.
No voy a tratar aquí la bondad o maldad de estas políticas pues no creo que en el corto plazo los políticos en el poder vayan a cambiar sus planteamientos (para más información ver “Models Internacionals de Suport al Mecenatge” – en catalán y “Soluciones a la Crisis desde las Artes Escénicas (IV): La Financiación Privada de la Cultura” – en Castellano). Ahora es el momento de probar vías alternativas.
Una opción es pedir dinero a las personas para proyectos concretos. La práctica del “crowdfunding” ya empieza a ser conocida y utilizada aunque por una pequeña minoría de proyectos. Las peticiones económicas deberían llegar a ser una práctica generalizada, de la misma manera que lo hacen las organizaciones sociales, ONGs y religiosas en España o las organizaciones artísticas y culturales del mundo anglosajón. La excusa de no hacerlo es que, de un lado, no hay ley de incentivos fiscales o, la cultura no tiene suficiente apoyo social como para salir a la calle a pedir su dinero. Son correctas las dos pero no me parecen argumentos suficientemente fuertes como para no intentarlo, sobre todo en los momentos actuales.
Para pedir dinero hay muchas técnicas, conocidas en el vocabulario de la gestión de la cultura anglosajón como “fundraising”. Me gustaría recomendar un par de ellas bien simples: donaciones en la web y huchas en los centros culturales, espectáculos y eventos.
Es muy sencillo poner una aplicación en la web para tramitar donaciones económicas online. Un buen texto explicativo y una sencilla aplicación igual a la de una tienda virtual pueden dar resultados importantes. Si además se le pone imaginación a base de incentivos, regalos, etc. las probabilidades de obtener recursos se multiplican.
El otro caso, poner una hucha en los eventos o centros culturales pidiendo la colaboración del público, al igual que el cepillo de las iglesias, no sólo proporciona ingresos extra sino que también involucra más profundamente a los asistentes y da más valor social al proyecto. Claro está, todas estás acciones han de estar muy bien explicadas, dando razones convincentes (seguro que las tienes) para que los ciudadanos consideren la importancia de mantener los proyectos culturales de su comunidad.
Quizás ya va siendo el momento de ver las cosas tal como son y cambiar actitudes respecto a la financiación. Ya de poco sirve lamentarse y culpar al gobierno de su falta de sensibilidad por la cultura. Ni tampoco culpar a la sociedad por su falta de apoyo. Ahora es el momento de decirle cara a cara a la sociedad que si no paga la cultura nadie más va hacerlo.
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